martes, 16 de mayo de 2017

Voces del aire por la calle

 
 Espero mi tuno  en la fila de esas grandes superficies donde se compran productos actuales etiquetados con letras y números que la mayoría de clientes no entienden.  Era esa hora donde todos esperamos porque el reloj nos dice que hay que salir rápido porque llegamos tarde a otras citas y, detrás de mí dos personada hablaban de un desahucio inminente. El sonido de sus voces eran cantarinas, frescas y sin asomo de querer esconder su rabia e impotencia. Nombraban nombres masculinos y femeninos, lugares y juzgados, inquilinos y constructores y la palabra paro, cual dogal al cuello de un ahorcado. Salimos y seguí escuchándoles hasta que el ruido de la calle nos dejó sordos e intoxicados de aire maloliente.
Horas más tarde en lugar distinto, volví a escuchar hablar de pisos y de inquilinos listos y avispados. Los que dialogaban se quejaban amargamente de lo que les sucedía y sus voces no eran cantarinas como agua de río saltando entre peñas, al contrario eran voces apagadas de tono quebrado y desaliento sin apenas un asomo de esperanza por no encontrar salida  a sus problemas. Una de esas voces aseguraba que no podía hacer nada, que cuando llegó a su casa no pudo abrir la puerta y al escuchar voces adentro y ella, vivía sola, llamó a la policía y se encontró con unos inquilinos no buscados que se decían ¡!OKUPAS¡¡ Recurrió a lo que buenamente sabía y no logró nada. Hablaban  de todos los logros que tienen delincuentes comunes, picaros actuales amparados por grupos que se dicen justos, todos esos que van en contra de un sistema pero que no tienen escrúpulos para adueñarse de lo ajeno.

    Días después a través del teléfono un conocido me decía con la voz quebrada y dolorida, que un piso que tenía alquilado y del que se habían ido los inquilinos a otra ciudad, al ir a enseñar la vivienda a otros posibles inquilinos, se encontró que no pudo pasar porque estaba su piso ocupado, precisamente por OKUPAS. Me desgarraba el alma escucharle, tiene más de ochenta años y una eximia jubilación de autónomo y su esposa con esa enfermedad fantasma de los que se olvidan de quienes fueron, sin memoria… ¿Cómo voy ahora a pagar los servicios que ella necesita y que yo  por mi edad no puedo prestarle? Toda nuestra vida no nos hemos permitido caprichos ni juergas, los dos hemos trabajado y ahorrado para que en la vejez no nos faltara lo necesario para una vida digna y, ahora me quitan lo que es mío. ¿Dónde están los políticos que prometen amparo? Y que conste que siempre hemos ido a votar porque somos demócratas convencidos…

No existe el delito de usurpación cuando esto ocurre, y los jueces, en su alta calidad y elevado prestigio dejan abandonado al ciudadano que jamás ha delinquido, entonces muchos nos preguntamos ¿para qué trabajar y ser honrado?
En la calle todo parece que funciona, que la ciudad emerge dentro del ordenado municipio que se nutre de los que pagan los impuestos pero, cuando los otros se aprovechan y cogen lo que no les pertenece ¿dónde están los próceres que dicen que protegen el bien común del ciudadano? La aflicción es una brecha abierta llena de desventura y el espectáculo de políticos sucios y aberrantes  llena telediarios y periódicos.  ¿Tribunales? la gente se pregunta ¿para qué los queremos?  Hay tanta desvergüenza que la gente, esa gente que no grita, que no comete escándalo ni pertenece a grupos de cínicos irreverentes está harta.  Harta de esa filosofía de falsedad y afrenta de los que no merecen ninguna confianza y por supuesto tampoco nuestro voto.
Las voces de esas gentes solo las oye el aire.


                                                                                                          Natividad Cepeda


 Arte digital: N Cepeda







jueves, 11 de mayo de 2017

Voces del aire

                                            
Transgredir nunca lo he hecho me educaron para no violar las leyes divinas y esas leyes fueron para mis padres, mayores y más importantes que las leyes vigentes que teníamos en mi tierra natal. Mi pueblo era mi patria donde todos los  que me amaban me marcaban el sendero histórico de mis antepasados: donde el juez supremo era Dios, al que nadie podía engañar: El que todo lo veía de noche y de día.
La patria celestial estaba por encima de la jurisdicción vigente porque las directrices políticas podían cambiarse en cualquier momento, no así las leyes que nos decían que se respetaba a Dios y a las personas sin robar, matar, injuriar o levantar falsedades en perjuicio de los demás. Y como si aquello fuera un espejismo entre nosotros y el aire el concepto de entendimiento asociado al respeto mutuo fue desapareciendo en favor de una tolerancia basada en la desigualdad legal.   
Prescrito por ley, los ladrones se fueron protegiendo en deterioro de lo estrictamente moral, así robar y destrozar los bienes ajenos de agricultores y ganaderos en las  casas de campo, destrozando puertas, ventanas para robar enseres y aperos, motores y tractores se convirtió en algo tan usual y cotidiano y aunque empezaron las protestas nadie en la política vigente las escuchó. Se llegó incluso a asesinar personas, pero como no sumaban cientos de labriegos   los saqueos y el temor hicieron mella en ese grupo social tan escasamente respetado y la economía del sector fue perdiendo valor. Los precios agrarios durante años fueron restando ganancias y los costes subiendo de maquinarias, sueldos, semillas, estiércol, abonos  y también los seguros de cosechas por pedrisco y heladas. El resultado ha sido la pobreza del sector agrario y la vejez acumulada en los trabajadores autónomos del campo y la ganadería.
Pero como la Ley no admite equivocarse las cargas de impuestos han sido incrementados creando una continua huida por parte de los jóvenes que no quieren seguir los pasos de padres y abuelos. De madres y abuelas,  sometidas al vaivén del capricho inmoral de los gobernantes que dejan desprotegidas a todas las familias del campo español. Porque esas familias siempre han ido ajustadas en la economía sin demasiadas quejas, a pesar de escuchar chistes y bromas sobre todos ellos. Han sido y son voces del aire, miradas con desprecio por las clases sociales de funcionarios y perseguidas por sindicatos, ajenos a todo lo que no fuera ir en contra de la sufrida clase media baja de esta España adormecida entre balones futboleros y fiestas creadas para el entretenimiento del pueblo y así, evitar que no piense.

La inseguridad en el campo y la desmantelación de un patrimonio propio que nadie a retribuido, recuérdense pilas de piedra, teja curva robada de tejados, puertas, ventanas de forja, utensilios que se pusieron de moda, trillas, mesas rusticas auténticas y un sinfín de toda clase desde botellas de butano, platos…tan cierto y viejo es todo esto que hay casas de campo que no se dejan con la lleve echada para evitar que destrocen cerraduras y pernios.  Las casas de campo, antes encaladas y conservadas para refugio de todos, dueños y asalariados se caen a pedazos porque ni hay euros para conservarlas ni arrestos para seguir confiando en que vuelvan a romper todo lo que los ladrones quieran. Nuestros campos no importan casi a nadie.

Importan a algunos que gracias al silencio de ese sector viven a su costa.
Y para terminar de estrujar esta economía se ha creado el impuesto de cobrar por cada casa de campo destartalada. Ante esa injusticia ni hay voz que se oiga en el aire del que respiramos. Los pintores de nuestros pueblos plasman los campos y sus casas rotas, viejas, sin nadie que las habite y al verlas en los cuadros admiramos su belleza, salvo los que conocemos la agonía de esas paredes gracias a las leyes vigentes de tanto político inhábil que han sumado fortunas y éxitos gracias a manejos turbios y fraudulentos. Nos sobran gentes de mal vivir de todas las calañas y especies.
No tardando mucho tiempo en el campo no quedaran casitas blancas ni tampoco casas viejas cubiertas de heridas y desconchones: no las veremos porque se tiraran todas para no pagar esos impuestos injustos. Es el feudalismo actual de los grandes señores para con sus vasallos.


                                                                                            Natividad Cepeda

                      
A

martes, 2 de mayo de 2017

Centenario de una vida ejemplar y actual: Siervo de Dios Ismael de Tomelloso

      
Irrumpe Dios en el alma de Ismael con la fuerza de la primavera.  Se siente pequeño entre todos. Su vida fue un ejemplo de amor y de caridad hacia los demás. En silencio oraba por la paz entre los hermanos. Y en silencio formó parte del mundo dolorido de los enfermos, de los presos y abandonados en campos de concentración. De los parados sin trabajo. 
Necesidades que remedia en su  albergue de amor fraterno. Sirvió a todos sin aditivos ni falsos ropajes. Regalaba su tiempo y su vida cuidando a los ancianos  del Hospital-Asilo de Tomelloso con la sonrisa en su joven rostro. Curaba con su música y canciones las heridas de la vejez que dejan tristeza en el alma de los abandonados. Amor, por encima de sus propias necesidades.
En medio de la fratricida guerra de 1936, regala sus zapatos al compañero que  ve con unas alpargatas rotas: con esas alpargatas calza sus pies helados: veinte grados bajo cero. Corazón, el del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, sin puertas ni cerrojos para el amor sin fronteras. Abandono de sí mismo confiando plenamente en Dios. Humildad exenta de soberbia hasta exclamar…“Como no sé hablar y tengo poca inteligencia, no sé decirle a nadie cosas buenas y de religión; por eso quiero dar ejemplo de vida”.
Cien años hace que nació en Tomelloso un primero de mayo de 1917, murió en Zaragoza un cinco de mayo de 1938 como prisionero de guerra en la cama de un hospital. Fue reclutado como miles de jóvenes y tiró el fusil en medio de la batalla cruenta de Teruel y se puso a rezar pidiendo a Dios la paz.
En nuestra sociedad matizada hasta la exageración de falsas apariencias y consignas sin futuro viene bien revisar de vez en cuando testimonios edificantes como el del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso. Sus valores son actuales. Su espiritualidad es su fortaleza. Su fuerza, su fe en Dios. Su vida es un acontecer de amor universal. Su alegría es el amanecer de la juventud, y su silencio, abandonado de todos y sin pedir nada, es el rumor del amor universal que no cesa en el devenir de la vida.
Fue perseguido por unos y por otros; y amo a todos,  porque la paz la llevaba dentro de su alma al vislumbrar la existencia del amor de Dios sin partidos ni consignas que enfrentan y matan.
Ismael de Tomelloso no tuvo agentes que lo representaran como artista, cantaba, tocaba la guitarra, era actor aficionado representando obras de teatro, decorador, dependiente  de tienda de tejidos, organizados de cabalgatas de Navidad y reyes, y miembro de rondallas…
Cuando la guerra lo envuelve en su terror, él se niega a matar hermanos. Obedece y se viste con su uniforme de soldado. Calla, ante los que lo insultan por ser cristiano. Calla y comparte lo que tiene con quien él, piensa que lo necesita más que él. Y cuando cae prisionero  nada dice cuando lo interrogan: calla y en silencio sigue rezando por la paz de todos los hermanos que se mueren de hambre, frío, metralla y hacinamiento.
No se queja. Reza por la paz y escribe a los suyos diciendo que todos lo tratan bien. 
Y de pronto aquel muchacho llagado y esquelético, de mirada limpia y hermosos ojos regresa desde aquella España desangrada, iluminando el pasado y el presente  con su sonrisa amplia. Y los que lo conocieron se han ido, quedamos los hijos y los nietos y al mirarlo algo dentro del cuerpo llega hacia adentro y sentimos que Ismael, que ha perdido hasta sus apellidos,  nos insiste desde su silencio a recuperar tantos valores perdidos en nuestra sociedad donde los suicidios se suceden y el amor es un sentimiento de quita y pon basado en el placer si amor.
Tomelloso, Zaragoza, Madrid y Teruel donde hay delegaciones con su nombre, vuelven a su silencio, porque el silencio de Ismael fue y es, una prueba de amor en Dios y en las personas. Es un cristiano laico sin miedo por su fe. Sin fanatismo y sin crueldad. Es un modelo de joven adelantado a su tiempo por su versatilidad artística en mitad de una sociedad rural e inculta que destruye todo lo que toca, vidas y patrimonio: que amenaza a los suyos y los masacra sin pudor y sin conciencia. Es  y fue un niño que empieza a trabajar a temprana edad como los niños que en países pobres y no desarrollados son explotados. Ismael de Tomelloso es un eslabón de superación autodidacta que descubre la humanidad de los que lo rodean sin odio y sin venganza porque él, descubre que orando en el silencio del sagrario conecta con la música de las esferas del Creador.
Increíble y cierto. Para llegar a ese conocimiento no viajo a lugares lejanos en busca de un  gurú, escuchó el corazón de Dios desde los labios de su madre, de sus amigos y de un joven sacerdote que instruía a los jóvenes. No tuvo psicólogos, ni Internet, ni televisión, ni vacaciones, ni coche… descubrió a Dios y amó a los demás. Ese es su testimonio, esa es su vigencia por lo que celebramos su nacimiento. 

                                                                                   Natividad Cepeda

Arte digital: N cepeda