domingo, 25 de diciembre de 2016

Últimos días de diciembre en Tomelloso


Permanecen callados, sin viento, más allá del ruido de la ciudad y del murmullo de las palabras estériles de tantas voces vacías y sin otro fruto que su afán de mirar escaparates  y pertenecer a la perecedera voz de comprar y comprar sin tino ni medida. El aire concluye en ellos su viaje. Se detiene seducido por la belleza fascinante de su gracia, y como velo venido desde el cielo las nubes rocían con su sombra los ramajes que impertérritos, soportan el frío del invierno. De perlas ha cubierto la niebla que se aleja  cedros, abetos, árboles y tejados sin otra obligación que dejarse desvanecer cuando el sol rompa la densidad que el amanecer trajo consigo.     
Este veinticinco de diciembre  hay silencio en parques y plazuelas pareciera que en esos lugares la Providencia no quisiera que el nacimiento de Jesús, aquél niño nacido de una virgen, según está escrito en las escrituras sagradas, no quisiera hacer partícipe a esta naturaleza reglada por  las leyes locales de los ayuntamientos de esa noticia difundida por altavoces  y televisiones. Los miro solos en mitad de una ciudad dormida con su silencio místico que de nada alardea y a mí alrededor creo escuchar la humanidad sufriente.
Aquí junto al corazón de la tierra  sometida por  manos humanas de jardineros   especialistas en jardines de diseño, siento detenerse la vida de todos los que han marchado a esa otra dimensión que no comprendo.  Vuelan las nubes y al mirarlas intento seguirlas y con ellas, seguir volando al infinito adonde quisiera encontrar a todos los que ya no veo. 
El alma de los árboles, las hojas esparcidas y las semillas muertas me traen el rostro de otros diciembres que ya pasaron. Que no regresarán con los que en esos días pasaban por este pueblo mío, tan amado por ellos y por mí.
Ando sin prisa por entre la anónima paz que me rodea dejando que en mis zapatos el barro humedo de la tierra se plegue a  las suelas. Y de nuevo recuerdo a los que se marcharon en Berlín en medio de las luces navideñas. Se quedaron con el impulso de la vida roto, sin otro mérito para perecer que vivir en medio de una ciudad de paz. Una ciudad acogedora para los que creen en la Navidad y para todos aquellos que tienen otras creencias diferentes. Berlineses de otras latitudes y lugares lejanos; berlineses porque pisan sus calles y los cubre su cielo. Sigo andando y en el silencio escucho esos pasos que se quedaron sin ser dados. Miro a la altura y el cielo tormasolado  hace figitiva a la niebla.
Es Navidad en Tomelloso y en todos los lugares donde la llegada del invierno la unimos con el nacimiento de Dios entre nsotros y, de nada vale que nieguen los ateos su existencia y con soberbia iracional, sostengan que Dios no existe, sin poder demostrarlo,  porque a pesar de su negación también celebran la navidad.  
Arrastramos dudas y convencimientos en temas filosoficos desde épocas tan lejanas que no han sido acuñadas en escritura y sí, trasmitidas oralmente. Sabiduría inmemorial o ignorancia, la una y la otra son aplicables en el transcurrir humano. Ante esta verdad para todos es Navidad, exceptuando a todo aquél que no respeta la convivencia pácifica. Diciembre ha vuelto a encender velas en Berlín y a dejar flores en el suelo que de nada sirven, cuando ninguno de esos gestos hará volver a los que se quedaron sin vida como flores muertas sobre el asfalto. Recuperar sus vidas es imposible, tan imposible como tocar la nubes con mis manos.   


                                                                                         Natividad Cepeda
Arte digital: N Cepeda

domingo, 18 de diciembre de 2016

Cuando Jesús de Nazaret nació en mi corazón


Al principio de mi infancia recuerdo  un belén grande en la iglesia de mi pueblo. Era inmenso con rebaños de ovejas y pastores, mujeres hilando y barriendo, amasando el pan en la artesa, lavando  ropa en el río y andando con sus familias por los caminos de los pueblecitos dispersado del belén camino del establo donde nacía el niño Jesús.
Para ver aquél fascinante mundo de barro, madera, tomillo, agua y harina simulando nieve con estrellas de platina en el cielo azul, me empinaba en la punta de mis pequeños pies, y solo alcanzaba a ver el enorme y temeroso castillo del malvado rey Herodes en su cima poderosa. Los soldados romanos y hebreos aparecían en legiones, apartados de la gente que buscaba la gruta de Belén.
Intentaba abarcar con mi mirada todo el espacio fantástico donde los ángeles bajaban a la tierra y se aparecían a los pastores  en medio de su luz y sus alas blancas y resplandecientes por encima de la lumbre que calentaba un caldero con la comida que guisaban los pastores.  Y a duras penas lograba ver el molino y los sacos de harina en hilera que el molinero cargaba en su espalda, junto a la mujer, que me decían, que guisaba gachas dulces para el niño Jesús en una sartén de patas puesta en la lumbre. Me esforzaba por ver a las lavanderas, lavando en el río y los pañales tendidos en los romeros que se cantaban en los villancicos.
Todos tenían un trabajo que hacer en el belén; a las gallinas, gallos, palomas, conejos y cerdos les echaba de comer hombres, mujeres y niños sin descuidar corrales y pilas de agua donde también bebían burros y mulas porque en el belén también había hombres arando la tierra y sembrándola. Y al fijarme en la posada me entristecía ver al posadero asomado por una ventana alta, con candil y gorro de dormir, negando cobijo a la Virgen María subida  en el borriquillo sentada de medio lado, envuelta en su manto azul,  y a San José, con su mirada hacia arriba sujetando los ramales del burro en una mano y la otra, puesta en el llamador, de la puerta de la posada.
Miraba sin reparar en el tiempo todo lo que sucedía en ese espacio, detenida en la mirada risueña de un niño rubio, desnudito, con un pañal, encima de las pajas de un pesebre junto a una mula,  un buey,  su madre y  su padre que recibían a mucha  gente, mirándolo de rodillas y de pie, con un ángel encima del portal  con un lienzo blanco donde se leía: Gloria In Excelsis Deo. Deletreaba despacio y mal las letras, intentando descifrar su mensaje. No lo conseguía y  me apoyaba en el borde de aquella plataforma cubierta de serrín,  porque creía escuchar lo que mis padres y abuelas me decían cuando  yo preguntaba por su significado.  Mi pregunta infantil era insaciable: ¿qué dice ahí? Y con paciencia me repetían: Gloria en el cielo, y en la tierra paz a los hombre de buena voluntad. Ah, sí, balbuceaba intrigada,  y volvía a preguntar si los ángeles habían bajado para escribir aquella frase y dejarlo sobre el portal…
Los días transcurrían serenos en medio del frío del invierno rodeado de oraciones y cánticos sencillos. Al atardecer tía Julia y tía Benigna abrían sus breviarios y en silencio leían. Cuando preguntaba a mamá por esos libros de las abuelas -tías, ella me explicaba que eran unos libros  con todas las oraciones del año.
Los inviernos continuaron trayendo  otras navidades. Un año en la iglesia se levantó el piso de madera, que no hacia ruido al pisar sobre su pavimento. Los albañiles fueron poniendo unas baldosas de terrazo blancas y negras, que eran más frías  y por donde sonaban los herretes que el zapatero me ponía en la punta de los zapatos y las botas.
El belén grande lo hicieron más pequeño, y yo lamenté que ahora que había crecido ya no estuviera para verlo sin tener que empinarme sobre las puntas de mis pies.
Me seguía intrigando la lectura de los ángeles y su mensaje  a los pastores y  pregunté quien lo había contado. Entonces me dijeron que lo dejó escrito San Lucas, que fue quien escribió el tercer Evangelio, discípulo de San Pablo. “Lucas, el médico querido” Ni él ni Pablo conocieron a  Jesús. Lucas nació en Antioquia  en el seno de padres paganos. Su cultura fue griega y recibió una esmerada educación  en literatura y medicina. Dirigió su mensaje a gentiles cristianos. Era incansable, y escuchaba con mucha atención todo lo que le contaban los que sí habían conocido a Jesús y fueron testigos de su mensaje.  Él, es quien  cuenta la infancia del niño nacido en Belén, y nos habla de su madre, la Virgen María, porque se piensa, por lo que escribe, que fue ella quien le narró todo lo sucedido al visitarla en la ciudad de Efeso,  Allí, según la tradición, San Juan Evangelista, fue donde se llevó a la madre de Jesucristo, después de su crucifixión, huyendo al ser perseguidos en Jerusalén. Y allí, todavía se visita la “Casa de María” situada en la actual Turquía en Selçuk, a tres kilómetros de Efeso.
Escuchaba con la atención de quien está descubriendo lugares legendarios. Preguntaba cómo era  Lucas, el discípulo de Pablo y me explicaban que lo seguía a todas partes. Viajó con él a Troas, donde decían que se encontraba la ciudad de Troya; a Tiro, Jerusalén, Roma…conocieron naufragios y jamás perdieron la fe.
Los días navideños  traían historias anexas al nacimiento del niño Jesús y así fue como en la misa de Nochebuena escuché el Gloria In Excelsis Deo de los ángeles y los pastores que nos dejó escrito Lucas en su Evangelio que dice así:
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace." Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado." Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.
En la iconografía, San Lucas, es representado con un libro, un novillo alado o pintando  por lo que es llamado el “pintor de la Virgen” Es Patrón de artistas, doctores, encuadernadores, escultores, cerveceros, notarios y un sinfín de profesiones por sus cultura cristiana. Amó al mismo Jesús que llevo en mi corazón. Es el legado recibido de los que me amaron y acompañan por encima de la muerte, cada Navidad.


                                                                                                        Natividad Cepeda


Imágenes: Adoración de los pastores: El Greco. Niño dormido Inmaculada Lara Cepeda “Maku” Poema: Natividad Cepeda
Arte digital: N Cepeda

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Hoy 14 de diciembre, la niebla es un mato húmedo cubriendo Tomelloso. En mi calle hay una rotonda que su centro alberga un olivo centenario traído de los campos lejanos de otras tierras sureñas; el olivo es la belleza suprema dela calle, hermoso y callado soporta estoicamente los humos de los coches y los frenazos desesperados de la ausencia paciente de los conductores que parecen tener prisa para dejar de vivir.
Hace días que a su tronco han puesto una faja de luces blanca como símbolo de Navidad profana, al mirarlo pienso en lo costoso de esa falsa Navidad  en torno al árbol y sumo, sin saber, el conste de todas las luces de mi pueblo  que se encienden para  alegrar los días navideños. Ignoro la cifra del coste pero es un dinero tirado que a nadie beneficia y que tampoco hace mejor los días de diciembre.
Por aquí y por allá se hacen festivales locales para sacar fondos y poder ayudar a las asociaciones que dan de comer y pagan facturas de luz eléctrica a los que lo necesitan, mientras en las calles se encienden luminarias que todos pagamos sin que se nos hay pedido permiso ni opinión.
Hoy leyendo la poesía de Juan de Yepes- una vez más-pienso en la dureza de su vida, y haciendo mía la frase de Teresa de Jesús, imagino cuanto sufrieron sus “huesecicos”  hasta el mismo día de su muerte. Inteligente y bondadoso fue incomprendido y perseguido por aquellos que jamás debieron hacerlo: por los suyos. Pero decía verdades y amaba más allá de la vida, experiencias que no alcanza a la mayoría porque se engalanan como el olivo con fajas de luces artificiales. Su poesía leída, por menos de lo que presumen de haberla leído, es una poesía nacida y creada desde la formación académica y del amor infinito al Creador; poesía vehemente, hermética, por aquello de la persecución y de la incomprensión y también porque carecía de vulgaridades que en ese pasado existían igual que hoy.
Su santidad para los católicos es fehaciente por lo que lo llamamos como él quiso llamarse Juan de la Cruz; San Juan de la Cruz, llamado y declarado por la iglesia, Patrón de los poetas, al que ruego, que me ayude, que  nos ayude a todos, creyentes y no creyentes en su fe cristiana y sí en su poesía, para ver la luz a través de la niebla de este día y no a través dela hipocresía reinante.
Para reconocerle y honrarle  unos versos de su “Noche oscura”, en esa noche  que el alma, su alma de creyente en Cristo Hijo de Dios,  clama a Él, cuando es perseguido injustamente: cuando clamamos y somos perseguidos por diferentes causas y poderes otros poetas y otras personas injustamente. Porque la injusticia para desgracia humana sigue vigente hoy después de tantos siglos.
Su poesía  es vigente a pesar de los siglos transcurridos.
NOCHE OSCURA
 En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

 En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.


 Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

 ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

 En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba

 El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

 Quédeme y olvídeme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y déjeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

En Tomelloso a 14 de diciembre de 2013     

Hoy 14 de diciembre de 2016 también el día es gris, continuo leyendo a San Juan de la Cruz y creo en su mensaje de fe y en su mensaje poético. El texto que aparece lo publique en Facebook  en 2013 y ante su actualidad vuelvo a lanzarlo a las redes porque creo que las banalidades de nuestra sociedad hay que intentar humanizarlas en vez de aplaudirlas y seguirlas.
De nuevo la Navidad llama al corazón y su llamada es algo más que luces de colores y publicidad de perfumes y comida de lujo: Navidad es Amor y ese amor hay que compartirlo y darlo a cuantos carecen de lo necesario para el cuerpo y para el alma.
La poesía y los poetas también estamos llamados a ser anunciadores de belleza y de justicia por encima de todas las ideologías.  
                                                                                                        Natividad Cepeda

sábado, 10 de diciembre de 2016

¿Derechos Humanos?

                                        
Si para conocer los derechos humanos admitidos por nuestra sociedad  tengo que cerrar mis ojos, mis oídos, mi boca y mi momento histórico y, así, situarme en la celebración de tales derechos; entonces mi problema, y el problema de otros muchos miles de miles de personas es que esa declaración universal no es universal.
No  lo es cuando ahora, en este mismo momento están muriendo de inanición seres humanos habitantes de mi mundo conocido. No lo es cuando se lapida a una mujer en nombre de una religión. No lo es cuando la infancia es agredida sexualmente. No lo es cuando los niños carecen de protección y trabajan sin derechos siendo esclavos en éste siglo XXI.  No. No hay derechos humanos cuando las epidemias matan a las personas en zonas de la tierra por carecer de medicinas y protección del estado. Y también cuando por causa de ganar dinero gracias a la fabricación de armamento las guerras se suceden beneficiando a los países ricos en detrimento de los habitantes pobres masacrados por ambiciones personales de los que se dicen y proclaman protectores de los pueblos. Ni tampoco hay derechos humanos para los personas que llegando a la vejez carecen de los medios necesarios para subsistir dignamente.
Y ¿dónde queda esa declaración llamada universal para las niñas vendidas, las mujeres maltratadas, los crímenes justificados en nombre de Dios, Patria o ideología de extrema izquierda o de extrema derecha por movimientos populistas e irreverentes con los derechos de las personas? Una ideología saca lo funesto de la otra al tiempo que esconde sus propias aberraciones. Y seguimos cantando a la libertad, al amor, a la paz envueltos en disfraces divulgados por medios electrónicos que nos vigilan, nos entretienen y engañan para que sigamos siendo marionetas movidas por los tiranos de este mundo endiosado en su propia ceguera de egos siniestros.
Hay muchas otras violaciones humanas que se pueden enumerar por hoy ya con estas expuestas vamos bien servidos  de vileza y ceguera.



Natividad Cepeda


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Una sociedad sin prolongación de la familia

                                Los adornos de luces icónicos de diciembre nos instan sin palabras a la celebración de una navidad sin Dios ni religión. Por las calles, la estructura general  orienta hacia la realidad de que la persona actúe y obre  sin la fortaleza  del conocimiento, de lo que es vivir en toda su amplitud. La doctrina de ser feliz  bajo la moral de todo está bien y se puede hacer y ejecutar, pues no otra cosa es hacer realidad los programas dirigidos a manipular el pensamiento colectivo, hacen olvidar a las “masas humanas “ lo que  es benéfico o perjudica. El entramado  social soporta las vicisitudes  actuales  sin demasiado conocimiento de por donde se mueve la realidad de cada día.  Por lo que su experiencia es una agitación constante entre las máximas  que adoctrinan políticos, educadores y medios económicos designando programaciones audiovisuales y consumistas de frases breves que preconizan felicidad y poder, mostrando personajes populares, felices por actuar y vivir bajo una vida exenta de obligaciones y sí, sustentada en caprichos insustanciales y vanos. La navidad es un suceso cristiano y el cómputo de nuestra era. La navidad es el elemento inicial de la cultura de occidente por recoger y agrupar en toda ella el legado griego, judío y romano de nuestra cultura reconocida por instituciones internacionales.
Pero ¿quiénes son los que conocen las directrices internacionales y las declaraciones dimanadas de ellas? Creo que sólo juristas, políticos y presidentes de asociaciones internacionales porque muchas de las iniciativas altruistas de voluntariado internacional dependen de las ayudas que reciben de esas declaraciones de derechos humanos.
La institución familiar no recibe en España la atención que debiera, por esa causa la maternidad no está protegida. Y este, no es tema de un “test” para escribir buscando ese populismo abanderado por los que se autollaman progresistas. Y no es un tema nada fácil porque buscar la verdad nunca ha tenido demasiados buscadores auténticos.
Los rasgos mostrados en los día previos a la Navidad son contradictorios por lo que cuando  no se consigue que las endorfinas cumplan dejando placer y alegría la depresión se asienta entre las luces de colores de los corazones rotos. Nada es para siempre salvo, la búsqueda de uno mismo con el conocimiento de que lo material no lleva exclusivamente a la felicidad.
Nuestra sociedad se mueve entre el egoísmo la vanidad  y la soberbia imitando a sucedáneos de la verdad; a mitos insistentes, fantaseando para ocultar limitaciones y fracasos tan existentes en toda vida humana. Es por eso que la Navidad  que es un canto a la vida y al amor se viste de falso triunfo entre la mucha apariencia de ser poderosos y el escaso valor de lo verdadero. 
Navidad es nacer, defender la vida, cuidarla y respetarla. Sin esa anticipación a perdurar dentro de la familia, la sociedad, la nuestra, está abocada al fracaso. Si dentro de la Navidad no se respeta la vida del que ha de nacer y se protege la vida del que ha envejecido, del enfermo, del sin trabajo y techo entonces no hay Navidad entre nosotros.
Navidad es amor y sin amor la familia se rompe, se fracciona y corrompe y en ese horizonte la persona, cuando se encuentra sola cae en sus temores y miedos.


Natividad Cepeda




viernes, 25 de noviembre de 2016

Muerte de mujeres en el mundo


Intentan que avance el tiempo grabando su derrota en las sombras entre los campos sin nombres enredados entre los labios callados. Se esparce el llanto  por el ombligo  de la noche, por entre la floración de semillas no deseadas. No hay sobre los cuerpos  rascacielos de besos ni  estrellas al fondo de los ojos. Mordió la muerte el agrio sabor del arrebato, de la terrible ruta del exterminio igual que hace mil años, dos mil años, tres mil años, cuatro mil años, cinco mil años por entre desiertos, por entre montañas, por ente playas y poblados, por entre celosías y castillos, por entre cabañas y áticos, por entre campos sembrados de trigo, por entre palmerales y zocos. Sí, no hay nada nuevo a las mujeres los hombres las han matado desde la noche oscura y tenebrosa de los tempos.
La espalda lacerada, la boca rota, la sangre manchando las baldosas, la cama, el baño, los prados, el bosque, las sábanas, el jergón, la salita, la mazmorra, el enlosado, la seda y la sarga hasta  el abismo está machado de sangre de mujeres. Todos los suspiros se enterraron. Todos los sollozos se olvidan. Todos los asesinos son perdonados. Por qué la piel se rasga, se acuchilla, se golpea, se tira por ventanas y acantilados, de trocea, se entierra, se quema, se esconde en basureros y terraplenes…Por qué.
No quiero lazos morados en mi ropa, en mi pueblo, en mi ciudad, en mi ordenador, en mi periódico en mi vida. No, no los quiero porque de nada sirven.  Para qué tanta parafernalia cuando se siguen desgarrando vidas, cuando mueren niñas y viejas mujeres violadas, maltratadas, olvidadas, vejadas, sentenciadas por esta sociedad mediocre y pusilánime, tan metida en su total buenismo de escaparate de móviles y pantallas de necedad absoluta. No, no quiero más símbolos inútiles inventados para acallar a las mesas y hacer que se sientan importantes portando lazos que de nada sirven ni valen.

Siento el bramido de la muerte en mi génesis de mujer. Lo siento desde la noche oscura de los tiempos.  Viene desde el sonido lúgubre de tambores machados de sangre entre danzas macabras. Sobre mí llevo esa música, ese dolor inacabado, ese morir sin pausa a través de miles y miles de años. Muere una mujer y el mundo calla. Hay un silencio de lazos morados que taponan el grito civilizado de la débil sociedad que se los pone y les eleva hasta un altar de estupideces.
Me estremezco cuando leo y escucho que una mujer ha sido asesinada. Y presiento que hay muchas mujeres que son asesinadas y nadie las reclama ni nombra. Tan, tan, tan, tan, tan, tan anuncian los tambores otras muertes: doblan las campanas y anuncian funerales. No me quedan esperanzas en esta sociedad amortajada de liviana sonrisa porque si yo no grito ni sollozo por tanta ignominia entonces, de poco valen los símbolos colgados ni el recordatorio de los maestros del engaño que nos manipulan para que nos callemos ante esas muertes de mujeres. 25 de noviembre es un día donde también se han asesinado a más mujeres en el mundo.   


                                                                                                                     Natividad Cepeda
Arte digital: N Cepeda

lunes, 14 de noviembre de 2016

Los arquetipos rotos de Europa

 Yo he nacido en España y soy de esta Europa donde nacieron los juglares y sus romances. Donde la cultura fundó universidades y se guareció el saber en legajos, cuidados, como las mejores joyas de su estirpe en cenobios y conventos, en catedrales y perdidos monasterios, a la sombra de minúsculas iglesias de aldeas y villas, escritos
memorables de desconocidos escribanos y sacerdotes que fueron anotando renglón a renglón, la vida cotidiana de los siglos anteriores. De dónde vengo y  venimos todos los europeos.
Soy, sin poderlo evitar, marioneta y  cómplice del destino, y el destino juega conmigo y con todos  nosotros; incluso demostrándonos que por eso seguimos reproduciendo en nuestro cuaderno de apuntes  un sin fin de comportamientos que nos marcan la vida. Siempre nos marca y nos ha marcado  con palabras y hechos atroces en muchas ocasiones,  y con hechos e imágenes bellísimas en otras.  Y  como asegura Platón en un dialogo de “La república”  “Habrá siempre razón para decir que lo útil es bello, y que sólo es feo lo que es dañoso”. Tan dañoso y horrible como la vida no respetada, dañada y excluida de lo que es moral y bueno, para toda vida desarrollada en la tierra.
Se habla, y hablan las voces de los que sí tienen voz, en medio de esta sociedad ensordecida por tantas voces necias. A lo largo de los días se nos presentan charlatanes que sobreviven gracias a la inseguridad de los demás. Y casi todos al escucharlos, dando todo lujo de citas y máximas dialécticas nos dejamos mojar por su dialéctica habilidosa tan carente, en demasiadas ocasiones, de realidades. Pero ¿cómo dudar de esas voces  tan autorizadas y avaladas por un sinfín de Máster y Doctorados donde se nos dicen que albergan sabiduría científica y filosófica? Y sin darnos cuenta nos identificamos con sus ideas sin pasarlas por el tamiz de la cordura. Cuando pasa un tiempo indeterminado comprobamos e identificamos que no todo lo  predicado era
 cierto y bueno. Y también que las teorías  tan bien expuestas no siempre son fiables.
Y de pronto se nos rompe el arquetipo que nos ha conformado y moldeado la voluntad desde todos los medios audiovisuales a nuestra disposición y nos invade la insatisfacción. Y buscamos nuevos arquetipos. Porque la tan proclamada libertad continua siendo un desafío difícil de conseguir.
Actualmente, no se hace un hueco a todas aquellas personas que no forman parte de la grey. Para ser “alguien” la persona tiene que formar parte de un grupo con el que comparta  ideas y forma de vida. 
Es  así como se abrigan los unos con los otros. Es como se consigue escalar cotas de poder pequeñas y grandes. Nuestra sociedad  está plagada  de discursos y de errores. Y casi nadie tiene bulimia social, todo se digiere porque vomitarlo es señal de imperfección y anacronismo.
Nos preocupa el elegido presidente de los Estados Unidos de América, nos subleva el ladronicio de los políticos españoles y extranjeros pero se les admira por ser quienes son,  y se les tolera a unos, lo que no se les tolera a otros. Porque todo depende de a quién nos sentimos unidos en las ideas, aunque esas ideas sean falacias demostradas en ambos grupos.
Yo he nacido en Europa, y cuando elijo ser libre,  no ignoro que estoy perdiendo cotas de prebendas lucrativas en lo económico y en lo social. Y me escandalizo por la osadía desmesurada en proliferar, hábitos de libertad falseada, desde los pueblos de la tierra con sus leyes pactadas y comportamientos con fines deleznables, al margen de que la vida sea una preocupación para el bien, y no para el mal: en todas sus variantes.
En mi ignorancia  me pregunto ¿qué es la sabiduría? Y no creo que esa pregunta sea tan relativa como se pretende demostrar. La vida humana es pequeña en su recorrido, más de  la responsabilidad de los humanos, depende la felicidad deseada.
Yo he nacido en Europa y me duele que sus valores se estén yendo por el desagüe de las cloacas.
El arquetipo europeo se sostiene en el poder por el poder, olvida el legado filosófico del pensamiento y su evolución cultural: el modelo que nos sirvió para avanzar en valores humanos y lograr avances científicos. No creo que los arquetipos que se nos están introduciendo nos lleven a buen puerto.

                                                                                     Natividad Cepeda

Arte digital: N Cepeda


lunes, 7 de noviembre de 2016

Los intocables del poder globalizado


Escucho desde antes de amanecer los programas radiofónicos, alterno tres o cuatro emisoras por aquello de constatar vestigios de pura realidad al margen de quien paga y sostiene las emisoras. Y después, hay mañanas que he de salir a efectuar el trueque de lo necesario para vivir. Entro en tiendas, a veces a ese comercio pequeño tan vapuleado y exprimido con impuestos abusivos por parte de los diferentes gobiernos que se han sucedido de los partidos PP y PSOE, especializados en sacar dinero al empresario autónomo sin misericordia ni medida alguna, tanto que en las últimas décadas se han ido cerrando pequeños negocios familiares por impedirles poder subsistir. Y esta sangría continua a pesar de los eufemismos publicitarios en ese animar a ser autónomos en áreas agrícolas y comerciales de cualquier producto y oficio.
Lo mismo ocurre por todas partes pues en todas las ciudades grandes y pequeñas de España se ven carteles anunciando ventas se venden casas nuevas y viejas, tierras y naves, solares y locales comerciales, muebles, ropas, periódicos, juguetes, libros…. ¿Libros? Sí, tal cantidad es ofrecida a las tiendas de segunda mano que ya no pueden comprar tanta oferta ofrecida de libros. Bibliotecas enteras heredadas por hijos, sobrinos y cualquier familiar para los que los libros, son rémoras.   
Esto no sólo me lo cuenta y escucho, lo compruebo al ir a buscar y comprar en tiendas de libros viejos como se encuentran verdaderas joyas hasta de incunables. y me sube una congoja desde el corazón a la garganta dejando lagos húmedos en mis ojos.
Y parece que todo sigue igual porque el futbol, rey en todos los lugares de mi España, suma programaciones y escaparates mediáticos y cantidades desorbitadas pagadas a jugadores y se llenan los estadios. Me pregunto: y se preguntan otros muchos como yo, ¿de dónde sale ese dinero. Esos millones de euros cuando nos faltan para lo estrictamente necesario?  Se alterna el poder con la pobreza y el triunfalismo de la insensatez con el desencanto instalado en muchos sectores de la vida española y europea.
Sin embargo a ese rumor de marabunta que crece y crece no se le da la importancia que tiene en realidad. La gente presume de respetar al otro, y no es verdad.   Los que se postulan de izquierdas para conseguir poder, acusan a los otros de imperialistas, obviando el lado terriblemente oscuro de los millones de muertos que ha dejado el comunismo en su Historia y deja actualmente donde existe. Y hay sucursales de retazos, de apenas unas décadas de ese horror  y ausencia de libertad en los restos del muro de Berlín.  
Los que  se postulan de derechas  no prohíben, cierto que tenemos libertad, tanta libertad que las multinacionales  se tragan las economías familiares y los impuestos que ellas no tienen son los que gravan a esos  autónomos esgrimidos hasta el exterminio por partidos de izquierdas y de derechas. Hipocresía de ambos lados, sin otros campeones  que el engaño y el poder  de encantador fullero, que acampan junto a los picaros del mundo globalizado y sin escrúpulos.
A bordo de es navío viajamos todos con sublevaciones mediocres o sublevaciones malvadas donde se enarbolan banderas dialécticas en favor de los desheredados de la tierra para subir sobre sus espaladas los que claman una justicia en la que no creen.  
¿Empleo público? Sí. ¿De dónde saldrá ese impuesto? otro engaño insostenible. Y además en ese empleo público se exige trabajar como es debido. Pregunten, a los que ven a los trabajadores por calles, plazas y parques como se hace ese trabajo a la comunidad. Vergonzoso, pero nadie lo denunciará por miedo a  represalias posteriores urdidas con maquiavélicos manejos sórdidos  desde el poder otorgado por las urnas. En la calle se ve de todo y se escucha lo que no dicen los programas de radio, televisión y periódicos. La calle todavía tiene algo de natural libertad cuando nadie grava a los ciudadanos adormecidos y manipulados. Todo lo expuesto lo he vivido y oído en la calle.

                                                                                                                              Natividad Cepeda

Arte digital: N Cepeda

martes, 1 de noviembre de 2016

Poesía con música y fondo de café y copa


Cuando llegué la sala estaba con escasos parroquianos entre sus paredes, las mesas dispuestas, rodeadas de sillas a la espera de que fueran ocupadas. La sala es alargada con una tenue luz que invita a dejarse envolver en su penumbra. La barra ocupa casi toda la longitud de una pared y el que sirve es discreto y amable, conocedor de su cometido. Al fondo hay preparado un pequeño escenario que espera a los artistas, discreto igual que el barman. Si la puerta de la entrada está cerrada, hasta su interior no llegan los ruidos de la calle. Todo es envolvente e íntimo sin llegar a asfixiar.  Cuando llego faltan quince minutos para que empiece el recital poético pero intuyo que por el escaso público se empezará mucho después. Saludo a algunos conocidos, elijo una mesa y con mi vaso alto lleno de bebida sin alcohol, me siento a esperar.
El tiempo me lo voy bebiendo a pequeños sorbos a la espera de que empiece el espectáculo. Con una hora casi de retraso, la presentadora se dirige al pequeño escenario y presenta coloquialmente en lo que va a consistir. La sala se ha llenado casi en su totalidad. Las notas musicales se esparcen desde la pianola sutilmente gracias a la pianista, escucho como se desgranan los versos uno a uno, intento dejarme llevar por la emoción de la música y la palabra, me evado de los murmullos que a mi alrededor me envuelven.
Termina el poema y estallan los aplausos: aplaudo. De nuevo la música comienza y el poema se hace presente desde los labios de quien lee y recita, termina y aplaudimos. En la barra la gente habla, también hablan en las mesas de al lado. Continuamente hay trasiego de unos que van y otros que vienen. Siguen las presentaciones y la interrupción de cuando termina un poema el aplauso desganado del público. Si tener que esforzarme veo que no todos aplauden, y tampoco escuchan los poemas un número elevado.
El murmullo también es música de fondo y de pronto el ruido de la cafetera es tan elevado que apenas si el poema es legible, la voz que lee y recita se calla,  nos dice que esperará a que termine el ruido procedente de la barra, y continua.  
Así se suceden los minutos entre música, poemas, presentaciones, aplausos,  café y copa, entradas y salidas  continuadas de la gente. El espectáculo no resulta tedioso por la vida que bulle y no cesa, aunque si hubiera preguntado que poema o poemas llegaron al alma y sacudieron las fibras de emoción, no creo que hubiera obtenido muchas respuestas sinceras. Pienso, mientras miro mi vaso vacío, que la sala y yo somos los únicos seres que no comprendemos como se puede asistir para no escuchar a los artistas. Cuando el último poema finaliza me levanto y me marcho.
He leído algunas crónicas publicadas en presa digital y de papel sobre este encuentro poético y me admira cuanto se puede escribir de aquella noche. No es la primera vez que he asistido a escuchar a poetas leer en un  locales similares, lo que me admira y sorprende es que se diga que allí se escuchó poesía. Soy exigente, sobre todo cuando la belleza artística es mostrada y no es respetada, ya sé que en los datos biográficos de todos los que actuaron se escribirá el éxito obtenido, y también que nadie osará poner cascabel a ese gato por aquello de ser políticamente correctos.
Cuando asisto a estos eventos y leo posteriormente lo que se escribe de ellos, no puedo evitar pensar en lo deprimente que es afirmar lo que no existió. Todo es válido. Todo es exitoso y engordamos las vanidades hasta creer que la poesía hay que servirla en zapatillas de andar por casa.


                                                                                                                         Natividad Cepeda


                  Arte digital: N Cepeda