domingo, 17 de junio de 2012

Vivir con el miedo al hambre



Junio ha llegado con su talega ruinosa para los que no tenemos trabajo, y sí hambre y recibos que pagar para  los que no somos banqueros  ni mandamases que se van con los bolsillos llenos.
Así se lo escuché decir a una mujer en el mercado frente a un puesto de fruta. Los parroquianos del frutero ambulante, corearon la máxima verbal  y siguieron esperando pacientemente su turno. Era un día cualquiera, si no fuera porque  esa gente ahora sabe que no tienen fecha para salir del temor de carecer de empleo, y los pocos ahorros apenas dan para seguir yendo al mercadillo callejero.

Las mujeres del pueblo hartas de zarandajas, arremeten con su vocabulario certero, con frases insubordinadas que, aunque parezcan inútiles, no caen en el olvido. La clientela de mercadillos y tiendas de barrio son un pulso real de lo que se piensa, sin cortarse nadie a la hora de emitir juicios. Y aunque esa clase social sea ignorada por la poderosa clase política es una garantía fiable de lo que el pueblo piensa.  Las inversiones de esa clase trabajadora vienen sufriendo robos de guante blanco desde hace tiempo, sin que los ahorros desaparecidos hayan vuelto a sus dueños. Por dar nombre, de todos conocidos, los afectados por los “sellos”, Forum y Afinsa , que vieron como se esfumaron los ahorros de familias enteras, padres e hijos… Después con el descalabro sufrido siguieron trabajando con sueldo y cotización, también durante los fines de semanas  echando horas en la familia para  adecentar viviendas y hacer chapuzas con las que pagar las altas hipotecas de los pisos comprados a precios desorbitados, consentidos y aplaudido, por todos cuantos vivían y engordaban de la ciudad sin ley, que no otra cosa  ha sido el sector inmobiliario.
En este combate diario de apostar por subir el nivel de vida, o poder adquisitivo, los únicos perdedores han sido los de siempre, los trabajadores asalariados y los trabajadores autónomos de la clase media baja. Los mismos a los que ahora se les exigen apretarse la cintura en trabajar y pagar, como si ese invento fuera algo novedoso. Es la gente que después de jugar la partida y creerse dueños del consumo ven y padecen el expolio de lo adquirido. Es el “aliguí” que ha vuelto, no con su carácter festivo de algazara, si no con la penuria de la escasez.                 
                                                   
Resulta que la crisis no ha desembarcado en todos los españolitos, ocasionalmente la perspicacia y el entendimiento de esta situación no ha tocado a otros españolitos que, sin dudarlo, arrimaron el ascua  a su sardina y se les multiplicó, porque han tenido la fortuna de dar capotazos toreros en varias direcciones, y como dice las mujeres del mercadillo, no se quedaron con el culo al aire.
Así hemos llegado donde estamos, volviendo a ser pobres con rabia y con escasa dignidad, ya que todavía se nos alimenta la parafernalia de ritos ciudadanos para tenernos entretenidos. Porque no otra cosa es el futbol y la “roja”, las famosillas gritonas que cuentas chismes aliñados con morbos baratos y los imposibles “guapos y guapas” con el mismo maquillaje y expresiones que las muñecas de los bazares chinos y moros. Bueno, así es como hablan las mujeres de los mercadillos, no será políticamente correcto pero ¿acaso se les ha enseñado desde los escaparates del poder otras normas y vocabularios? Porque no nos engañemos lo real y sincero tiene ese rostro, es la política que conviene para el pueblo, la otra política, la que se escribe en despachos sin reporteros no se muestra, se recubre de capas superpuestas y se clava el diente al adversario si conviene, o sencillamente se firman alianzas de pactos económicos  para escarnio de ese pueblo ignorante.


Pero a pesar de lo que obstaculiza  impidiendo el avance normal, el saber popular ve más de lo que se les enseña, y  esas mismas mujeres son las que están sacando adelante a las familias desprotegidas por el Estado del Bienestar de cualquier Autonomía Española, son las abuela y abuelos – por partida doble – que al no poder pagar guarderías cuidan de los escasos nietos que las parejas de españoles tienen, son los que se ciñen el cinturón, como si fuera un cilicio, y apechugan con lo que ha llegado  plantando cara al desánimo de esta crisis que ha dejado, y deja en la cuneta, a familias enteras.  No entenderán de finanzas y de la subida y bajada de la Bolsa bursátil, pero sin esas familias haciendo la cuenta de la vieja todavía estaríamos peor de lo que estamos. Ah, y también saben influir en el valor del voto ciudadano y en la credibilidad de cualquier político de turno, su oposición no será mostrada abiertamente pero témanles los políticos de oficio, porque desde luego saben muy bien cómo se las gastan y de qué forma se les puede castigar. 
El muro de la injusticia y del empobrecimiento social no es cualquier muro que se escala fácilmente, por lo que la arbitrariedad y  exigencias  a los que más se esfuerzan, no es un puente duradero.
Los pasatiempos de algunos son mofarse de esa gente de mercadillos y tiendas de barrios, alguna vez sería muy saludable que de incognito, esperaran su turno para ser despachados, y así saber, cómo se despacha el pueblo.  Arrieros somos, dicen sonriendo, y en el caminito nos encontraremos…


                                                    Natividad Cepeda

                                                                                                                               

Fotos: Arte Digital: N. Cepeda

sábado, 16 de junio de 2012

A José María Casasayas


A José María Casasayas lo conocí a través de Isabel Fernández, Ama de la Casa de la Torre. Anteriormente conocía su trayectoria y su obra pero no había tenido el placer de conocerle personalmente.

La primera conversación la mantuvimos por teléfono y me relató con la mayor ilusión y entusiasmo de adolescente intrépido que en julio de ese mismo año - verano de 2000 - vendría hasta El Toboso para velar las armas en la Casa de la Torre por la noche, reencarnando a D. Quijote, y posteriormente ser armado caballero por el ventero y los mozos; pero que además él soñaba y requería mi presencia como Dulcinea que era, de la Casa de la Torre, para que le acompañara junto al pozo en la veladura de las armas.

Reconozco que la petición me sorprendió y a pesar de mi asombro acepté.

Para esa noche extraordinaria él había escrito una declaración de amor a Dulcinea, y yo a mi vez tenía que contestarle con otra misiva.

Así de esta manera inusual yo me metí en la piel de Dulcinea y una noche de verano del mes de julio fuimos acudiendo a la cita desde diferentes puntos de España para coincidir en el patio del pozo de la Casa de la Torre.

Los componentes de la Compañía de teatro de Angulo el Malo de El Toboso, dieron vida al ventero y las mozas de partido doña Tolosa y doña Molinera, y el público sentado a un lado del patio y la galería asistían en silencio como testigos de excepción a aquel acontecimiento.

La noche se cubrió de un misterioso silencio y las estrellas se asomaron al patio para ver a José María cubierto de su armadura celada baja y lanza en mano firme junto al pozo y sin inmutarse.

Los actores vestidos a la usanza de la época, parecían sacados de las mismas páginas del Quijote, y yo emocionada asistía sentada en una jamuga, sosteniendo en una mano un pañuelo de fino encaje y en la otra los pliegos de mi carta, pensando que aquello era un sueño y no una realidad.

Solo se escuchaban nuestras voces en el recóndito silencio de la noche y vagamente sentí que la emoción me embargaba y desaparecían todos por un instante, cuando Casasayas convertido en Quijote me miraba cayendo un mechón de pelo blanco en su frente, mientras leía su carta de amor a Dulcinea que en ese momento de transito irreal era yo.

Puedo asegurar que la noche y los asistentes quedaron extasiados y fuera de la realidad más absoluta. Aquello sucedió porque hay constancia fotográfica y muchos amigos que de ello pueden dar fe, yo al día de hoy sigo pensando que algo mágico y extraordinario paso aquella noche.

Recuerdo que cuando yo empecé a leer mi carta, el reloj de la torre de la iglesia dio la hora, al unísono y tan fuerte como las campanadas latía mi corazón, mis palabras se perdían en la noche y bajaban hasta el agua del pozo para ser bautizadas en el acto cervantino más romántico del mundo.

El 27 de Septiembre 2004 se marcho el romántico y tenaz “Quijote” que fuera Don José María Casasayas, a encontrarse con la insondable infinitud de lo eterno, y a buen seguro con el intrépido y querido Miguel de Cervantes.





Aquí en la Casa el Ama Isabel, guardesa de tantos sueños, sigue contando a los caminantes las mágicas cosas que han acontecido y los amigos del Hidalgo con tanto cariño hemos compartido. Las campanas con sus latidos siguen marcando las horas en el idílico lugar donde “media noche era por filo cuando don Quijote y Sancho entraron en El Toboso”





En ocasiones yo retorno a vivir aquella noche mágica, donde la fantasía y la realidad se mezclaron y donde supe sin quedarme duda alguna, que don Quijote y Dulcinea seguían existiendo en esta tierra única y sin fronteras de La Mancha.

                                                                                                                                      Natividad Cepeda


En Tomelloso y Febrero de 2005

"In memoriam" Josep María Casasayas Truyols
Homenaje desde la Casa de la Torre

Fotos: Casa de la Torre. Arte digital: N. Cepeda